“A veces no nos damos cuenta lo fácil
que es brindar felicidad a otra persona con un pequeño gesto o el
pronunciamiento de palabras bonitas. ¿Qué pasa cuando nos enfocamos en dar, y
no solo en recibir? Ocurre que creamos una relación generosa, creativa y
satisfactoria, que nos saca de la zona de confort y nos motiva a abrirnos a
cosas nuevas, reconfortantes.
La verdad es que, en la teoría,
deberíamos decir te quiero sin esperar una respuesta, por el mero placer de
expresar un sentimiento, un deseo innato de darle una preciosa parte de
nosotros a la persona a la que se lo decimos. Sin embargo, en la práctica, lo
que esperamos a modo reflejo es otro te quiero de vuelta, quizá no en ese
momento, quizá no siempre que lo digamos, pero sí alguna vez. Es sabido lo
importante que son los hechos, las palabras tienen el mismo valor.
La expresión del cariño es un
diálogo, ya sea en el caso de la pareja, la familia o los amigos. En todos
estos la reciprocidad es primordial.
Si alguna vez enseñamos o aprendimos de alguien a decir un te quiero
auténtico, no encontraremos otra enseñanza más útil y hermosa. Esa palabra
mágica, crea realidad, desata ataduras y nos une en un baile armónico con la
otra persona. No hay que temer a expresarse, a lo que sí debemos temer es a
guardarnos lo que sentimos, a ser libres con nuestro sentir.”
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